Los productos funcionales Vs la función de los alimentos.

Departamento de Comunicación Sanse Deporte

Los productos funcionales vs la función de los alimentos.

Están de moda. Productos light, productos «zero», productos para bajar el colesterol, productos enriquecidos con vitaminas y minerales, productos bajos en calorías, en azúcar o sin azúcares añadidos, bajos en grasa y un sin fin de reclamos que llegan a nuestros ojos y posteriormente al resto de nuestros sentidos, como si del santo grial se tratase. La panacea a todos los males en nuestra alimentación. Visto así, quién iba a resistirse a todas estas bondades que suenan tan saludables sin perder un ápice de sabor, gusto, textura, etc. Productos, productos y más productos. Al fin y al cabo, productos.

Quizá, con tanta información, hemos olvidado algo primordial. Los alimentos naturales no necesitan enriquecerse con nada, no necesitan ser «healthy food» puesto que los alimentos naturales contienen todo aquello que necesita nuestro organismo para mantenerse sano y fomentar un estado de salud y bienestar.

Con tanta información (patrocinada) hemos caído en una vorágine de «nutricionismo», alejándonos de manera cada vez más preocupante de que nuestro verdadero aprendizaje debe estar enfocado hacia una alimentación, permítanme que sea pesado con este concepto, basada en la «comida real»  y no en productos por muy saludables o sanos que nos vendan. Aprender a valorar los alimentos en su globalidad es la clave para una buena alimentación. Para ver todo esto, pongamos un ejemplo.

Galletas anunciadas como saludables que favorecen un bajo colesterol.

 Ingredientes: Harina cereales refinados, salvado de avena, azúcar, grasa de girasol, grasa de palma refinada, aditivos y sal.

-Hipercalorico

-Hiperpalatable (Muy placentero a nuestro paladar por tanto se inhibe saciedad y aumenta deseo de consumir )

-Nutricionalmente en su globalidad muy pobre

-Perjudicial para la salud cardiovascular, diabetes tipo dos y cáncer.

Alimento avalado por la Fundación Española del Corazón y mostrado como «saludable».

Comparemos este producto que favorece la bajada del colesterol con un alimento natural.

 

Frutos secos naturales.

 Ingredientes: Frutos secos naturales.

-Calorías con menor absorción por sus propiedades.

-Alimento saciante, no promueve la ingesta masiva.

-Muy rico a nivel nutricional, proteínas vegetales, ácidos grasos esenciales, alto contenido en fibra, minerales como el magnesio, calcio o potasio, vitaminas como la vitamina E y sustancias antioxidantes como los polifenoles.

– Beneficios en la prevención de enfermedad cardiovascular, diabetes tipo 2, cáncer y enfermedades mentales.

No avaladas por ninguna asociación ni grupo. Sin publicidad y sin sello.

Sacado del post Realfooding de Carlos Ríos. Come comida real, no procesados.

Como podemos observar, este ejemplo es bastante clarificador, siendo solo una muestra de cómo la publicidad consigue hacernos creer que vamos por el camino correcto apostando por esos productos que se anuncian como saludables.

Somos seres costumbristas, totalmente adaptados a un modelo alimenticio supeditado a las grandes superficies y su gran cantidad de ofertas. Un modelo auspiciado desde tiempos ancestrales en la famosa pirámide alimenticia por todos conocida. Vivimos en el confort del alimento artificial. Aceptamos socialmente que la bolsa de gusanitos y demás snacks de dudosa procedencia, que las bebidas carbonatadas rebosantes de azúcar simple y la bollería industrial sean  el día a día de los chiquillos con la excusa del tiempo, de la facilidad o de que estos no quieren otro tipo de alimento. Pasamos por alto sin remordimiento alguno que estos alimentos de escaso valor nutricional, densamente calóricos, hiperpalatables (placenteros en nuestro paladar), por tanto adictivos y excesivamente perjudiciales para la salud, formen parte de nuestra rutina diaria y la de los niños, porque es lo normal. Porque desadquirir hábitos y conceptos tan arraigados es una ardua y costosa tarea. Porque precisa de tiempo del que no disponemos, porque requiere de una energía que guardamos para otros menesteres, porque necesita un esfuerzo que no estamos dispuestos a pagar tras un día lleno de obligaciones y limitaciones. Por eso elegimos una alimentación más fácil, pero no mejor.

Imaginemos ahora, a un cirujano vascular o a un oncólogo diciendo; – «Fumar un cigarrillo al día no le producirá problemas en sus arterias o cáncer de pulmón».

Cuesta creerlo. ¿Verdad?

En un alto porcentaje nuestro modelo de vida en lo que a alimentación se refiere está muy condicionado a la mala praxis de está misma. A esas malas elecciones (aunque fáciles) de las que hablaba en el primer artículo. Posiblemente nuestros niveles de energía, nuestra capacidad física y mental se muestra mermada por la ingesta de estos productos. Posiblemente los altos niveles de cortisol que presentamos a consecuencia de productos poco o nada beneficiosos favorecen esa apatía,cansancio, ansiedad y gula que nos persigue todo el día. Vayamos al grano. ¿Y si yo les digo que cambiando los «productos» por comida real podemos conseguir una vida mejor y además más fácil ?

Volviendo al principio. Abandonemos el nutricionismo y hagamos caso a nuestras abuelas; «come comida de verdad».

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