La importancia de unos buenos hábitos alimenticios
La importancia de los hábitos en la alimentación como pilar y base de salud.
Antes de meternos en faena y empezar la casa por el tejado, vamos a establecer unos buenos cimientos.
Partamos de que todo el mundo habla de dietas, alimentos más o menos saludables y calorías, sobre todo calorías. Nos hemos convertido en una especie de esclavos y obsesos de las calorías, de una forma particularmente errónea bajo mi punto de vista, como explicaré en futuros artículos. Pero no será este el primer motivo que abordaremos. Pues es mi misión como educador, en el ámbito de la alimentación, comenzar por concienciar de que todo trayecto debe iniciarse con las suficientes herramientas para no perderse durante el recorrido.
– ¿Qué diferencia encontramos entre alimentación y nutrición ?-
Dos conceptos que caminan de la mano y que fluyen tan arraigados en nuestro vocabulario cotidiano que por habitual, a veces convertimos, de manera poco acertada, en sinónimos. Por eso, empezaremos hablando de alimentación, ese proceso consciente en el cual nosotros elegimos, de manera totalmente voluntaria, los alimentos que vamos a ingerir. No confundir con nutrición, que definimos como el proceso o conjunto de procesos que siguen estos alimentos una vez ingeridos hasta transformarse en las sustancias básicas para poder mantener las funciones vitales.
Es importante tener claro estos conceptos y que sean los más pequeños los que empiecen a interiorizar tales acciones. Pues es en ellos, donde hay que cimentar unos adecuados hábitos alimenticios.
«El que no tiene tiempo para cuidar su salud, algún día tendrá que tener tiempo, dinero y paciencia para curar su enfermedad»
Hábitos que para ser tal, no deben quedarse en meras recomendaciones o simples conceptos teóricos.
¡ Despertad! Es hora de pasar a la acción.
Compartir tareas como cocinar, hacer la compra semanal, distribuir los alimentos, estructurar las comidas diarias o semanales y demás labores de esta índole, son un excelente comienzo para que los peques ( y los no tan pequeños) empiecen a entender y valorar los procesos que siguen los alimentos desde su origen hasta nuestra boca. Cuando nos involucramos en un proceso y somos participes de él, sentimos curiosidad por saber más, por aprender y adquirimos responsabilidades. Rasgos fundamentales en el desarrollo humano. Por no hablar del beneficio que supone para fortalecer el núcleo familiar y la conexión con nuestros hijos.
Somos lo que comemos. Y comemos lo que aprendemos.
Toda buena alimentación debe empezar por entender, que, aunque las marcas comerciales, las multinacionales, las industrias y hasta los sistemas sanitarios nos repitan como un mantra, que no hay alimentos buenos y malos y que todo con moderación en una dieta equilibrada tiene cabida. No es una afirmación que podamos catalogar de correcta. Repito, siempre, desde mi visión y experiencia como dietista.
Sí que hay alimentos más saludables y con características nutricionales más adecuadas para nuestra salud y el correcto funcionamiento de nuestro organismo. Y aunque bien es cierto que optar por una dieta variada y equilibrada es una buena opción, no todos los alimentos tienen cabida en ella.
Veo cada día como la comida procesada, el azúcar y las grasas hidrogenadas bombardean nuestra alimentación, sobre todo la de los más peques. Es mi misión como dietista intentar concienciar de que obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares son ya realidades muy comunes en nuestra sociedad y que la alimentación que seguimos es uno de sus principales causantes.
Comamos comida real, alimentos naturales y evitemos los productos muy industrializados y procesados. A modo de reseña, cuantos menos envoltorios, paquetes o plásticos cubran nuestra comida, mejor.
Prestemos especial atención a las formas de cocinado. Las frituras y los rebozados no son la mejor opción para cocinar nuestros alimentos. La plancha, asados, hervidos son opciones mucho más saludables y que no cambiarán tanto las características de los alimentos que cocinamos, manteniendo sus características organolépticas.
Es importante respetar los horarios de las comidas y dedicarles el suficiente tiempo a estas. Debemos dar mucha importancia a la fase de masticación, con el fin de favorecer los procesos de digestión, de educar los mecanismos de saciedad (altamente relacionado el proceso de masticación con la saciedad) y tomar conciencia de la importancia de nuestra alimentación diaria.
Educar el paladar a la comida real es esencial en los más pequeños. Pues hoy día estamos habituados a ingerir alimentos procesados, con un alto contenido de azúcar añadido, alto contenido en las famosas grasas trans, grasas saturadas. Alimentos con una gran palatabilidad para nosotros. Con esta conclusión, podemos decir de una manera entrecomillada que acabamos generando una dependencia de esos alimentos. Alimentos que a su vez no tienen un gran poder saciante, que de manera inmediata nos ofrecen una recompensa a nivel hormonal elevando los niveles de serotonina, aportando una breve sensación de bienestar que nos hará caer en un círculo vicioso difícil de detener hasta llegar al temido y famoso remordimiento de conciencia. Por eso es básico empezar a comer alimentos naturales, desacostumbrando nuestro paladar a los alimentos procesados e industrializados y poco a poco sentirnos mucho mejor.
Como conclusión, podemos decir que antes de contar calorías, contemos cuanta comida natural comemos a lo largo del día.